domingo, 18 de noviembre de 2012

Capítulo 4

-¿Qué traes en esa caja?-pregunté mirando el paquete azul.
Álex me miró alzando una ceja. Esta en eso era chulo, aunque me volvía loca. Lentamente se fue formando una sonrisa en su rostro.

-Bueno... es un regalo para ti.
Dejé de mirar el paquete para volverla al chico que estaba en frente mía. Estábamos sentados en el pequeño parque Estola, los dos solos en el banco verde. Habíamos estado hablando y hablando sobre nosotros hasta que me atreví a preguntar sobre el paquete. Álex no había dicho nada sobre él pero estaba cansada de esperar a averiguar que era. La paciencia no era mi mejor virtud.
-¿En serio?-pregunté ilusionada-¿Qué es?
Álex me lo tendió y lo cogí rápidamente, con ansia. Rompí el bonito papel de regalo. Era un caja muy, muy pequeña y no supe adivinar que era. Finalmente, la abrí. Dentro había un precioso collar de plata con forma de hada. Las alas de esta, parecían de lapislázuli.
Una lágrima resbalo por mi mejilla, dejando una estela negra por el rimel. Nunca había podido imaginar que Álex pudiera hacerme llorar de aquella forma. No estábamos saliendo, ni nada por el estilo y sin embargo ya  estaba haciéndome regalos.
Sin pensármelo dos veces me lance a por él. No aguantaba más la distancia que había entre nosotros.
Le pillé desprevenido porque sus labios estaban rígidos y duros. Aquello, en vez de desanimarme, me alentó a seguir jugando con sus sensuales labios. Era el primer beso que daba y no iba a ser el peor. Entonces Álex me atrajo más hacia él. Le rodeé el cuello con mis brazos mientras sus manos se deslizaban con suavidad por mis caderas.
Aquel sentimiento se desplegó por mi interior. Era extraño, nunca lo había experimentado pero me resultaba familiar y cálido. He hecho me abrasaba la piel, necesitaba tener a Álex más cerca.
Él se apartó de mí con un jadeo.
-No tan rápido, Speedy Gonzalez-rió ante su propia broma. Hice una mueca de disgusto y me crucé de brazos-. Antes me gustaría que te pusieras el collar.
Lo observé. Todavía estaba ahí en mi mano, era extremadamente bonito.
-¿Por qué me lo regalas?
Álex me miró extrañado, pero le ignoré. No sabía por qué lo hacía, al principio me parecía un signo de amor pero no estaba segura. A lo mejor quería ser una de sus muchas novias. Estaba confusa y no entendía nada.
-Porque te quiero-musitó.
Aquello era lo que deseaba oír pero no me sentí tan feliz como me había esperado. Me levanté y le miré.
-No me basta.
Me fui hasta mi casa dejando plantado a Álex en el parque.
Cuando llegué, vi que el collar todavía estaba en mi mano. No supe que hacer con él. Se lo podía dar a mi madre; sería un gran regalo. Subí a mi habitación y al final, decidí ponérmelo para recordar que nunca más Álex jugaría conmigo.

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